
Su nombre proviene del término grana («granos»), que se refiere a su distintiva textura granulosa y el adjetivo Padano, que se refiere al río Po.
Como el Parmigiano Reggiano, el grana padano es un queso semi-graso curado lentamente, hasta el año y medio. Se obtiene de la leche de vaca que se deja reposar y después se desnata parcialmente por el sistema de afloración.
Es un queso descremado de pasta dura. La textura es finamente granulada, sin apenas ojos. Resulta extremadamente seco y compacto – si es viejo-, rompiendo en forma de escama. La pasta es de color amarillo marfil oscuro. Presenta un olor fragante y característico. El sabor es intenso, ligeramente picante y extremadamente gustoso. Para lograr las astillas de este queso se usa un cuchillo espátula específico que no modifica su estructura.
Puede usarse como ingrediente de diversos platos de cocina mediterránea. Se puede consumir en escamas o rallado, desde los entremeses al postre. Debido a su intenso aroma y sabor, será necesario acompañarlo con un vino tinto de gran intensidad que no desdibuje sus características.